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lunes, 7 de marzo de 2011

Marketing Político e Internet

 

¿Por qué Antanas?

Fuente:

http://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/5447880.asp

 

Fernando Estrada

Viernes, 7 de mayo de 2010
En este momento de la campaña electoral, Antanas refleja claros detalles de aquello que en teoría de redes denominamos: externalidades de información. Este fenómeno tiene un significado particular en el contexto de las elecciones presidenciales 2010. Para comenzar, las externalidades o cascadas de información, proyectan un fenómeno superior a los matices de la personalidad individual, porque responden, con bastante aproximación, a los factores de crecimiento de audiencias que MacLuhan, subrayaba sobre el impacto de los mass media en las sociedades modernas. En perspectiva de redes, la campaña de Antanas, ha conseguido una fuerza simbólica suficientemente ampliada por los flujos de información No discutiremos que tan poderosas son sus ideas o propuestas de gobierno. He considerado que los contenidos de los programas, en tiempo de campaña, conservan una ligera semejanza a las promesas de un paradigma. Que recuerde, ningún presidente ha conseguido, ex ante, reunir los componentes de un gabinete para responder a los problemas del país. Las zonas de gobierno durante las campañas electorales juegan con sus formas a reproducir los fractales de Mandelbrot. La expresividad decimonónica en las categorías de Antanas: “ley”, “cultura”, o “moral”, tienen aspectos flexibles de pedagogía. Son marcos metafóricos que funcionan bien. ¿Luego, qué nos explica los efectos de influencia de Antanas? Es posible defender la siguiente hipótesis: Antanas ha sido coherente dentro de una forma de hacer política diferente a la tradicional (incluyendo la seguridad democrática). La seguridad democrática tuvo su momento de énfasis, que ha pasado a un segundo plano. Sencillamente, no es el marco metafórico que interesa a una mayoría de jóvenes. Este aspecto es negativo para el uribismo. Antanas ha logrado un rango de cisne negro, convertido en un fenómeno que trabaja coherentemente dentro de una naturaleza original. La mención del cisne negro, nos recuerda a Popper. ¿Qué puede negar la existencia de un cisne negro cuando hemos contado cientos de cisnes blancos? La tesis oculta es que podemos tener una acción (o un hecho) que puede contradecir la experiencia acumulada. Hasta hace poco tiempo, ¿quién apostaba por Antanas? La racionalidad tiene sus fallos, Antanas, escapaba a sus dominios estadísticos. Una locura puede estar destinada al razonamiento de toda la sociedad. Sin embargo, explicar, ex post los fenómenos resulta menos complejo. Esta historia de Antanas tiene distintas versiones. La mía es como sigue: Una vez el fallo de la Corte negó la posibilidad del referendo reeleccionista, se tuvo un intervalo de “suspensión del juicio” de la masa uribista. En este intervalo sucedieron cantidad de hechos: la escogencia de Antanas, por el partido verde, la derrota de Fajardo, las peleas entre Arias y Sanín. Durante este lapso, Santos se manifestaba con esplendor, y las encuestas lo encumbraron. Pero poco a poco, la masa uribista se comportaba, con respecto al candidato de la Casa de Nariño, con una sensación semejante al pasaje clásico de las tragedias griegas: desencanto. La psicología colectiva permite explicarlo de otra manera: esa masa electoral, inspirada por la dinámica cascadas en las redes de información, comenzó a estimar que sin Uribe, el país podía sobrevivir. La siguiente página es una apuesta por la moral en la vida pública. Y Antanas reclama su su posición. De nuevo, las condiciones para explicarlo racionalmente son precarias. Una apuesta por la novedad, tras un gobierno de seguridad democrática, resulta arriesgada. Sin embargo, contra las versiones trágicas de la novedad. Las aves que presagian que lo peor está por venir, pierden de vista un aspecto fundamental: “en el futuro todos estaremos muertos” (un eco de Keynes). Si la seguridad democrática ha permitido que Colombia haya avanzado, Antanas puede contribuir, no sólo a mantenerla, sino a mejorar en las tareas que faltan.



Sorprende el manejo de las campañas políticas en la sociedad del conocimiento. El impacto de las redes sociales es tal que desaparecieron los mítines que congregaban a los fanáticos en la plaza pública en torno al candidato de su interés. Hoy por hoy, toda la comunicación es mediada. Se utilizan espacios de televisión para los debates y los ciudadanos participan en foros y chats para hacer llegar sus preguntas a los contendores. Sin duda, la política moderna se maneja a través de sendas campañas de prensa y de relaciones públicas que cobran valor en la medida en que se trata no solo de comunicar una propaganda masivamente, sino que existe la posibilidad de interactuar con las audiencias y hacerlas partícipes de estrategias de voz a voz o de ampliar contenidos de las propuestas políticas en blogs de internet, web de los partidos y una multitud de medios de información que incluye la comunicación alternativa, comunitaria y sectorial.

Aparentemente todavía no existe una respuesta efectiva a la pregunta de qué tanto impacto pueden tener estas campañas al momento de convertir el click perezoso sobre el mouse a una acción decidida de voto, es posible que el candidato Mockus apareciera inflado por los efectos de la expansión de los mensajes a través de las redes sociales, mientras que finalmente quienes votaron fueron los seguidores del actual presidente Juan Manuel Santos.

También es posible que el impacto multiplicador jalonado por los consumidores jóvenes de internet, no alcanzara a motivar suficientemente a esta población para salir a votar. Siguen siendo una masa crítica de ciudadanos apáticos a los temas políticos. Y eso no lo cambia a corto plazo el show tecnológico.




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